PRESENCIA DE LA SOCIOLOGÍA EN LA HISTORIA Y LA CRÍTICA DE ARTE EN COLOMBIA: BOCETO DE UN PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN

Por: William Alfonso López Rosas


Introducción

En una de las notas a pie de página del trabajo que presenté para optar al título de magíster en historia y teoría del arte y la arquitectura, y perdonen que de entrada haga alusión a un trabajo personal, a propósito de un comentario que hacía sobre Historia abierta del arte colombiano de Marta Traba (Cali, 1974), me hacía las siguientes preguntas:


¿Muestra este texto, acaso, la primera vez que abiertamente se deja sentir el influjo de la sociología del arte en el ámbito de la historia del arte en Colombia? ¿Acaso, antes, la obra de Hipólito Taine, en particular, y la de la estética positivista, en general, no tuvieron resonancia dentro de la construcción del juicio sobre la obra de arte en nuestros críticos? Es posible que la tesis que Traba plantea en esta historia fuera inspirada por los trabajos de sociólogos como Arnold Hauser (1892 – 1978) o Pierre Francastel (1900 - 1970), quienes, en ámbitos más generales ya habían planteado la hegemonía ideológica que ejercían las elites económicas y políticas sobre la estructura y el sentido de la obra de arte. La presencia implícita o explícita de una o varias teorías del arte en el discurso de los críticos de arte nacionales es un problema fundamental para la historia de la crítica de arte. Este es un asunto que aquí abordaremos indirectamente en muchos momentos. Aunque de antemano podemos adelantar que, sin duda, la presencia explícita de la teoría del arte en el discurso de los críticos podría ser tomada como un signo significativo de la autonomización y profesionalización del campo artístico.[1]

La preocupación por la presencia de las teorías de las ciencias humanas en la práctica y elaboración de la historia y de la crítica de arte en Colombia, y en particular la preocupación por la recepción de la sociología del arte en el ámbito del estudio del arte en nuestro país, constituye uno de los tópicos más ricos por explorar dentro de la investigación sobre los procesos del arte en Colombia. Los planteamientos que voy a realizar aquí, en consecuencia, tienen el carácter de un boceto; no se trata de un trabajo de investigación adelantado con el rigor que merece el tema ni tampoco de un proyecto de pesquisa elaborado con todos los elementos que se merece tal iniciativa; más bien se trata de exponer ante ustedes una serie de sospechas y de hipótesis surgidas de mis trabajos sobre la historia de la crítica de arte en Colombia así como de la lectura de los textos que últimamente y con gran entusiasmo se han venido publicando sobre este asunto en nuestro país, con el ánimo muy modesto de suscitar un primer acercamiento. Supongo que busco entusiasmar a algún estudiante para que emprenda la verificación o cuestionamiento del planteamiento general que voy a exponer.

Tres momentos históricos; cuatro modelos sociológicos

La recepción de la sociología del arte en Colombia podría configurarse, en tres períodos específicos, a partir del estudio de las interpretaciones y usos que los críticos e historiadores del arte nacionales hicieron de la obra de Taine, Hauser, Francastel, Ernst Gombrich y Pierre Bourdieu. El primero de estos períodos estaría asociado a la instauración del arte académico y a las polémicas sobre el impresionismo que se dieron a partir del salón de 1886, e iría hasta finales de los años 40, cuando el escritor Luis Vidales publicó su Tratado de estética. La crítica explícita sobre la Filosofía del arte del sociólogo francés Hipólito Adolfo Taine que realiza Vidales al lado de su investigación sobre las ideas del italiano Benedetto Croce, cerraría y abriría un período muy importante dentro de la consolidación del campo de la crítica de arte. En este sentido, el estudio de la recepción de la obra de Taine sería el pivote fundamental de este primer período. La lectura de los artículos de Baldomero Sanín, Rafael Tavera, Gustavo Santos y Roberto Pizano, entre otros, debe mostrar cómo la crítica de arte de la primera parte del siglo XX está referida implícitamente a la discusión sobre los tres elementos fundamentales de su Filosofía del arte: la raza, el medio y el momento; y, en consecuencia, sobre la influencia de los supuestos del positivismo dentro de la práctica de la crítica de arte.


El segundo período estaría signado principalmente por la discusión de la obra de Hauser, Gombrich y Francastel. Sin duda la recepción, del primero de estos dos autores está profundamente relacionada con los procesos de instauración del materialismo y, por otra parte, con la instauración hegemónica del arte moderno. La lectura de su Historia social de la literatura y el arte y de su Sociología del arte, está asociada a la obra del mismo Vidales (no se debe olvidar nunca el libro que publicó en 1973, significativamente titulado La circunstancia social en el arte), los trabajos de Eugenio Barney- Cabrera, y la obra crítica de Casimiro Eiger, Walter Engel y Marta Traba, entre otros. Aunque Hauser es un autor que ha sido leído sanitariamente con “pinzas”, como sugerían algunos profesores del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional de Colombia a sus alumnos durante toda la década de los años 80 y buena parte de los 90, su influjo en autores como Álvaro Medina es explícito y confesado.


Por su parte, Francastel llega al país principalmente de la mano de Traba. Su Sociología del arte, y otros títulos como Arte y técnica, fueron discutidos una y otra vez en sus cursos de historia del arte, no sólo en la Universidad de América sino en los que dictó en la Universidad de los Andes y aquí, en la Universidad Nacional de Colombia.


Por su parte, la recepción de la obra de Gombrich, aunque él mismo discutiría con furor su inscripción dentro de la sociología del arte, está también asociada a la instauración del arte moderno. Sospecho que la obra de Germán Rubiano Caballero está asociada no sólo con los métodos de análisis del teórico e historiador austriaco sino con su perspectiva estética.
Por último, la recepción de la obra de Bourdieu, articula el tercer momento. Es indudable que por el carácter ya claramente académico que tiene la historia del arte en nuestro país, es el autor que más explícitamente fundamenta las investigaciones sobre las artes plásticas y visuales en Colombia. Los trabajos de Carmen María Jaramillo, Cristina Lleras, Ruth Acuña, Guillermo Vanegas, y, sin ninguna duda, el mío, sino adoptan a pie juntillas sus planteamientos sí están enraizados en la discusión sobre su teoría de los campos.

A manera de conclusión muy precoz


Al comenzar esta brevísima charla les decía que iba a presentar un boceto y, bueno, creo haber cumplido mi promesa. Al presentar esta periodización tan esquemática intento articular un contexto general de investigación que, bien sea confirmado o recusado, de todas maneras trascienda la historia cultural bipartidista fundamento de la dominación de las elites del Frente Nacional y de la hegemonía de las instituciones creadas por los agentes que impusieron el arte moderno en nuestro país. Al construir una historia de las dinámicas de la recepción de las teorías, las corrientes ideológicas, las escuelas artísticas y/o de las tendencias estéticas, además de conseguir un desarrollo sistemático y regular de la historia de la crítica de arte, también se trasciende el populismo de una buena parte de los estudios culturales, que además de ser coherente con el populismo del actual gobierno, han dejado incólume el proceso de legitimación política de las industrias culturales y turísticas creadas en el marco del neoliberalismo básicamente como industrias del entretenimiento y, en consecuencia, han cerrado la posibilidad de una democratización real y masiva de la interpretación y goce de los objetos culturales, con el uniforme de la corrección política o con la cancioncilla edulcorada y folklorista de la multiculturalidad a la norteamericana.

[1] López Rosas, William Alfonso. La crítica de arte en el Salón de 1899: una aproximación a los procesos de configuración del campo artístico en Colombia. Maestría en Historia y Teoría del Arte y la Arquitectura, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2005, p.: 25. (Tesis sin publicar) .

William Alfonso López Rosas (1964) es comunicador social, literato y magíster en historia y teoría del arte y la arquitectura. En la actualidad es profesor del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional de Colombia y se desempeña como director del Museo de Arte y como coordinador académico del programa de Maestría en Museología y Gestión del Patrimonio de la misma universidad. Ha sido profesor de historia del arte colombiano en la Universidad de los Andes (Bogotá) y de teoría del arte en la Universidad Jorge Tadeo Lozano (Bogotá). Además de poseer una amplia experiencia en el ámbito de la educación en museos, particularmente implementada en el Museo de Arte del Banco de la República (Bogotá) y del Museo Nacional de Colombia (Bogotá), en los últimos cinco años, ha sido curador de algunas exposiciones y se ha especializado en la historia de la crítica de arte en Colombia. Es coautor del libro Cómo se lee una imagen: lectura de diez pinturas colombianas (UNAD, Bogotá, 1999). Los comentarios y críticas a este trabajo se pueden enviar a walopezr@unal.edu.co